Desde hace ya más de un año, un grupo perteneciente a la fundación Familias Transformadas, visita cada viernes por la tarde a las mujeres que se encuentran en el geriátrico llamado “El Edén”, ubicado en la calle Maciel al 140. El pasado 21 de septiembre concurrieron al mismo con el propósito de festejar el día de la primavera y transmitir, nuevamente, la frescura de la palabra de Dios.

El equipo se presentó en el lugar aproximadamente a las 16:30 hs de ese día para comenzar con la decoración primaveral. Exactamente a las 17 hs, las veintidós abuelitas del albergue asistieron al salón principal donde se reúnen diariamente a merendar. Llenas de emoción y expectativas se encontraron con un espacio totalmente cambiado, repleto de colores, una gran cantidad de flores, banderines, globos y por supuesto, mucha alegría. La celebración inició con una grata bienvenida a las mujeres que residen allí y canciones cristianas que adoraban al único Creador de la vida. Luego, llegó el momento de la merienda. Los tablones, adornados con centros de mesas al estilo primaveral y manteles de colores pasteles, se colmó de diferentes bocadillos, tanto dulces como salados, que acompañaban a una apetitosa chocolatada caliente. Perlita, quien es una de las abuelas, comentaba con gran entusiasmo sobre cuánto había esperado ese momento, y cuan eterna se le había hecho la semana hasta llegar su día favorito, el viernes. Entre risas y abrazos, se creó un ambiente de gozo y esperanza, donde la conmemoración estacional se convirtió en tan sólo una excusa para dar gracias por la vida misma.

Posteriormente, se continuó a dar el mensaje correspondiente a lo que el Señor había indicado para esa oportunidad. El mismo trataba sobre la importancia de no tolerar en nosotros las aguas amargas, propias de la ansiedad y la frustración. Muchas personas a lo largo de su vida han caminado con heridas que no pudieron ser sanadas y las abuelas no eran la excepción. Dentro de un ambiente seguro y confiable, estaban atentas a cada palabra que soltaban aquellos que organizaron el evento y no perdieron la posibilidad de preguntar cuando una duda se les presentaba. El amor del Padre se derramó en aquel sitio y caló profundo en el corazón de las ancianas. Más adelante, la atmósfera de allí se llenó se cánticos y oraciones de agradecimiento por poder celebrar juntos. Con corazones dispuestos a disfrutar de los pequeños detalles, cada una de ellas recibió un regalo y finalmente gustaron de una deliciosa torta acorde a la circunstancia.

 

 

Repletas de felicidad, las mujeres de edad avanzada despidieron a quienes les compartieron de lo que llevaban dentro: un amor genuino; el cual no busca el bien propio, sino el del otro.